Las uvas para la elaboración del vino, generalmente se estrujan y despalillan antes de fermentarlas en roble, excepto cuando serán procesadas por " Maceración Carbónica " entonces van directamente a la cuba de fermentación.
La pasta resultante - pulpa, hollejos y pepitas - se vierte en una cuba o depósito de fermentación (encubado) tras haberle añadido una pequeña cantidad de dióxido de azufre, a fin de prevenir la contaminación biológica.
La maceración sirve para conferir al vino su color y su capacidad de conservación. Constantemente se bombea el mosto hacia la superficie rociando toda la capa de "piel" que forman las uvas, asegurando la máxima extracción de color posible.
A medida que maduran, los vinos tintos dejan un sedimento; por ello son movidos en un proceso llamado "trasiego", según el cual el vino se desplaza delicadamente de una barrica a otra limpia, el traslado final es a la linea de embotellado.
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